La obscuridad de la noche me sigue tomando de sorpresa...
se aprovecha de que mis sentidos
están más alerta que nunca
y me restriega en la cara tu olor y tus caricias.
Mis ganas de saciarme de ti.
No he parado de llorar a pesar de que afuera ya es de día.
Aun sigo observando esa calidez que me trae lo recuerdos furtivos de tu piel.
Totalmente empapado en melancolía sigo pateando el pesebre del dolor.
Te sigo amando.
Y no como dice Alberto Aguilera en sus canciones.
Aun es más recalcitrante.
Por que puedo tener a cuantas me plazca, a cuantas quisiera pero solo el sabor de tu piel llena mis ganas de hacer el amor.
Ahora ya está nevando y continuo postrado en el infinito de mis dolencias.
Ya no podemos seguir así.
Te extraño tanto.
Tanto que el dolor empieza sentir dolor, que la tristeza siente tristeza, que mis lágrimas empiezan a llorar, que la melancolía me ayuda a patear ese chingao pesebre que te interesa tanto y que hace solo unos millones y millones de segundos me invitaste a destrozarlo.
No importa.
Dicen que en la vida se llega a un punto de sufrimiento que el dolor deja de importar, deja de doler.
Ahora añoro ese estado de valemadrismo,
a pesar de que sí lo intente.
Retienes a la pobre oveja presa de ti y tus recuerdos.
Afuera ya es primavera.
Espero acabar pronto de este encierro en mi mismo.
ROBERTO MONTOY
DIC,2010
MÉXICO, D.F.
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ResponderEliminarEs taaan dulce este masoquismo psicológico. La neta. Sin embargo, hay un tiempo para vivirlo, y otro para superarlo; al menos eso es lo que dice el manual.
(¿Y ese tal señor Aguilera quién será, tú? No, es choro. Sí, si sé quién es.)
Arrebatado, sin duda, de las cosas que uno dice en el momento: eso le da autenticidad. Sin embargo, al ser un texto que, de acuerdo con la constancia de la fecha al pie de la entrada, dice pertenecer al año pasado, no estaría de más que, previo al mismo, escribieras un recadito en el que invitaras a tus seguidores y demás gente bonita que te visita desde todos los rincones de la red, que aclararas si ya estás superando esta depresión, habida cuenta de los anteriores textos que hablan de este mismo dolor, que es recurrente.
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ResponderEliminarEstos ejercicios de intro y retrospección le sirven a uno para saber cómo ha ido evolucionando sentimentalmente, al tiempo que son la mar de aliviadores cuando hemos descubierto que la etapa por la que pasamos, y de la que hemos dejado constancia de este modo, felizmente la superamos y volvimos a sonreí.
Ahora bien, dejando a un lado lo dulce y lo acaramelado del sentimiento, pasemos al lado que más nos gusta (not), el que es rudo por sus observaciones de carácter técnico (como en las luchas, quiero pensar: de ambos bandos, los cocolazos duelen igual cuando te los tiran, variando sólo el modo en que te acomodan el mandarriazo). (¿Tenía yo que salir con mi misma pinche mamada? Bueno, es inevitable; además, aún no me excluyes de manera expresa de la lista de personas que pueden o no comentar esta bitácora. Por lo que, ni pedo, te aguantas a fumarte mi disertación completa...)
Al ser un texto anterior, está muy chido que quieras subirlo así para que el amigo cibernauta te lea y así. Pero, de acuerdo con mi experiencia, hay ocasiones en las que lo más recomendable es releer el escrito e irlo adornando con esas florituras de las que tanto hacen gala los que se dedican de manera profesional al negocio de las letras, claro que sin desvirtuar el sentido original de la disquisición. Ahora que si ese es el objetivo, la disertación reworked y rebuilded, pues entonces no nos queda de otra que meter manos a la obra.
Sí, yo sé que es personal y el sentimiento aflora, pero, ¿qué te parece si lo vas puliendo conforme pasa el tiempo para que quede más chido y acá, mamón?
¿O me vas a decir que no arreglas una canción antes de irla a grabar, o todavía más cabrón, a cantar en vivo? Digo, son experiencias que uno va teniendo: mira, ya que cumplas un año con tu blog, lo miras en retrospectiva y me dices si cambió en algo todo esto que estás haciendo.
Mientras tanto, tienes tarea...
He dicho.