“Construcción, destrucción, bienvenida, despedida”
Primera parte 1/2
“Construyendo la muralla de mi confianza, pase noches y días, pegando cada ladrillo de auto-estima, cada cemento de actitud, arena del optimismo… Para que con el aire de tu desprecio se derrumbara sin sentido”
Toque la puerta. Abriste y me invitaste a pasar. Pasé y te di a escoger uno de tus obsequios. Te llevaste el más pequeño. Me incitaste a pasar a tu alcoba. Sólo era de hablar de tópicos y tonterías. Te acostaste en tu cama. Jugamos un rato con tu mascota (un gato), mientras me instigabas a dormir a tu lado. Me abrazaste. Sentí como el sudor que llevaba en mi alma impregnado por fin salía a la luz. Ahí estabas. Junto a mí. No sabía si era el momento preciso a cuanto tiempo duraría. Solo quería estar ahí. Abrazado a ti.
Los segundos se me hacían eternos. Sentía cada uno de mis latidos del corazón como si escribieran una melodía, una melodía llena de amor. Te dije que te amaba, que te extrañaba con toda mi alma, por alguna extraña razón sabía que sería la última vez que estaría entre tus piernas, con ese lazo hacia ti.
Comenzamos a juguetear (de nuevo) y lo único que existía en mi mente era recorrer tu cuerpo en cada centímetro de el. Regresamos a la plática. Solo quería abrazarte y sentir el calor de tu cuerpo junto al mío. Aun ni yo mismo me daba cuenta de cuantas veces había deseado ese momento.
El acariciar tus manos, respirar tu aliento, sentir como temblaba tu cuerpo cada que lo acariciaba, no había necesidad de más, el amor se estaba forjando.
Te susurre.
-Ahora mismo se crea un mundo nuevo. Cada que estamos juntos.
Te abrace. Sonreíste. Empecé a masajear todo tu hermoso contorno mientras platicábamos. Me sentía bien, contento, lleno de ti.
Te besaba donde te dejabas. Hasta que llego el momento de realmente hablar.
Dialogamos de nuestros sentimientos, de cómo nos sentíamos con todo lo acontecido, me dejabas muchas cosas claras. No regresaríamos pronto. Me amabas pero existían cosas que sabías perfecto de ti y de mí. Aún sin saberlo me dirías cosas que de momento entendería, pero con el paso de los días me despedazarían.
Regresando al momento.
Charlando y charlando me daba cuenta aun más de lo valiosa que eres y de lo dolida por mi actitud. Aclaramos lo del DOMINGO INCOMODO. No tenías necesidad de explicarlo… Te creía… estaba seguro que lo que sucedió fue una casualidad y no una causalidad…
Poco a poco al abrirme camino entre tu alma te fuiste amarrando a el amor que siempre nos tuvimos y el que nos rodeaba en ese momento para darte. Jamás me mostré desesperado pero si extrañaba “hacer el amor” contigo…
Fin primera parte
ROBERTO MONTOY
FEBRERO 2011
MÈXICO, D.F.