Eran las tres de la mañana, mi mente no dejaba de pensar, de estar nublada, contaba… contaba…
- ¿Cuántas manchas de color hay alrededor de estas cuatro paredes?
- ¿Y si mejor le pongo estrellas a este techo gris?
- ¿Cómo cuanto vive un cangrejo?
De repente ahí estaba, observándome… en sus pequeños ojos reflejaba algo que mi mente no descifraba que era, Tristeza?, Dolor?, Alegría?, mmmm… nomás no lograba entender nada.
- ¿Qué hacías ahí?
Había caminado, un par de centímetros, y por mi estado de somnolencia disfrute cada uno de esos milímetros que avanzaba casi a rastras. Aún con una mirada lasciva… empezaba a desesperarme… no me decía nada… solo inquieta, inmóvil… pensante, distante.
¡¡Hasta que por fin ¡¡ movió por un sólo momento sus extremidades… de una manera un tanto extraña, todo parecía morado.
El techo…
mi cama…
las cobijas…
mi mano…
el tiempo…
Mi atención empezó a girar alrededor de esa mirada lasciva que había pernoctado junto conmigo, esas horas de desatención a los brazos de Morfeo.
¡¡¡No podía moverme¡¡¡
Mi corazón empezó a latir al punto de no contenerse y salir huyendo de mi cuerpo estéril.
Ya estando frente a frente me sentía indefenso, manipulado como Bambi sin su mamá , y ella, segura con esa misma actitud indiferente e ingenua… hasta que…
¡¡Sentí el calor de sus labios sobre la mejilla que dejé descubierta¡¡
Alcancé a escuchar una voz que me articulaba un escalofriante:
¡¡¡TEEEEEE AMOOOOOOOOOO ¡¡¡¡
Después...Todo en paz…No sentía más mis latidos…No me dolía nada…No volví a respirar…
ROBERTO MONTOY
ENERO, 2011
SAN VICENTE CHICOLOAPAN, EDO. DE MÉX.