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lunes, 21 de octubre de 2019

PARA TI, DONDE QUIERA QUE ESTÉS.

PARA TI, DONDE QUIERA QUE  ESTÉS.
Los artistas tenemos una manera muy particular de desahogar nuestro sentir. Podemos componer, pintar, crear, escribir, etc.
 Tenemos el don divino de todo lo que a cualquier otro desquiciaría, a nosotros nos fortalece. De la podredumbre espiritual, la utilizamos como abono y transformamos recuerdos dolorosos, tristes, ásperos, alegres, en arte.
Este es el caso.

Recuerdo muy poco de ti en años recientes. Eso no me quita de la mente, la enorme trascendencia que tuviste en mi vida en los años venideros.
Eras un hombre de rostro serio y poco expresivo, a pesar de tu habilidad para tocar el piano, el acordeón y la guitarra. Creo fue mi primer influencia para dedicarme a lo que hago actualmente.  
Tuvimos muy buenos años, donde tus mejores consejos fueron con mi persona. Me recomendabas entrar al ejército:
-Te irá muy bien- decías.
-Los militares tienen muy buen sueldo, prestaciones, la seguridad económica de sus familias garantizadas, además, de defender el país.
Lamento no haberte hecho caso, sobre todo cuando muchos años después, resultó que la disciplina militar sí me gustaba.
No eras un hombre de afectos con los tuyos, al menos es lo que tengo más fresco en la memoria, o solo es mi percepción. Pero si te agradezco el talento para la música, eso viene de tu sangre. Aunque en las artes en este país, no solo se necesita talento para subsistir del mismo, sino también ser testarudo, eso se lo debo a mí otro abuelo.
Me quedó con todos esos domingos por la mañana, cuando desayunábamos tacos de birria, y me contabas un sin fin de anécdotas de todos los oficios que llegaste a realizar en tu vida.
Me quedo con el legado que dejaste, mi papá, mis tíos, mis primos; eres el tronco de nuestro árbol genealógico, el principio de cada uno de nosotros.
Lamento muchísimo que no pudiéramos tocar alguna vez juntos. Seguramente me hubieras regañado por la manera en que toco los boleros o toda la armonía con la cual llegamos a jugar los músicos actuales, o por no conocer repertorio del cual tú eras experto.

Gracias por todo Abuelo, Mario Montoy.
Nos vemos en la siguiente vida, para poder tocar juntos “Noche Criolla” de Agustín Lara.
Q.E.P.D.