SEGUNDA PARTE 2/2
Te fui quitando de tus prejuicios para entregarnos al momento y la pasión, pero sobre todo, el sentimiento que rodeaba el ambiente.
Hasta que me detuve justo en el momento en el que empezaba a desnudarte. Y creo que fue lo correcto. Trate de comportarme como un caballero y concordamos que no era la ocasión por que sería más doloroso para mi (yo creo para ambos).
Observamos el reloj. Era tarde. Tu cama quedo un poco manchada por el “momento” y fue el pretexto perfecto para sacarme de tu lecho… minutos más tarde casi por completo de tu vida.
Dialogamos de las almas gemelas, del amor de la vida, te reiteraba que lo eras y que lo eres. Replicabas que no necesariamente el amor de tu vida se queda en ella. Me pediste tiempo de soltera y no necesitabas mas detalles míos.
Me quedo ese momento grabado: Comentaste que en alguna oportunidad expresaste que tú eras el amor de mi vida pero que no me daba cuenta (cierto), que yo me olvidaría de ti primero y en tres años me casaría.
Que solo eras el camino para la mujer que me esperaba y que seria mi esposa y la madre de mis hijos.
Tuve ganas de llorar como un niño que no encuentra a su madre en el supermercado. Pero también sabía que por amor a ti sería capaz de tirarme al fuego.
Y lo haría justo cinco minutos después. Te abracé un poco más y te besé aun sin saber si sería la última vez que estaríamos así… Te dije que te amaba y que por amor me alejaría, pero lo haría.
En la escuela seríamos dos desconocidos, aunque en el fondo éramos dos almas que se amaban pero necesitaban estar lejos una de la otra, no se si para olvidarse por completo o para ganar más tiempo para consolidar su amor.
Me pediste que me fuera, que te bañarías, que te vería en la escuela.
Te di el último beso, te abracé por última vez y te vi meterte al baño. Detrás de esa puerta se iría mi corazón también.
Sería la última vez que te vería.
El calvario se manifestaba…
ROBERTO MONTOY,
FEBRERO 2011,
MÉXICO, D.F.